Alfredo de Angelis fue uno de los principales propulsores de los dúos vocales en la década del ‘40. Y fue ciertamente muy acertado en la elección de todas sus voces y la conformación de todos sus dúos, pero uno de ellos se destaca por encima de todos: el dúo conformado por Carlos Dante y Julio Martel.
Carlos Dante había sido un consagrado estribillista y reconocido cantor desde sus comienzos en 1927, cuando todavía era un pibe. Pero pese a su relativo éxito, hizo una prolongada pausa en su carrera artística debido a una gran oportunidad laboral en la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales, que le daba excelentes perspectivas económicas y posibilidades de gran desarrollo en carrera administrativa. Pasaron muchos años de silencio (y administración) hasta que el tango finalmente pudo más. Fue con De Angelis que en 1944, Dante dejó su puesto y volvió para siempre al tango, listo para realizar el salto de su carrera.
Julio Martel, llamado en realidad Julio Pedro Harispe, tuvo su gran oportunidad como cantor en 1943, momento en que Radio El Mundo buscaba nuevos cantores para la orquesta del “Colorado” De Angelis. De entre los cientos de aspirantes presentados, Julio quedó como el seleccionado. El festejo del nuevo cantor fue en el bar “Mi Refugio”, próximo a la emisora. Aquí lo acompañó Néstor Rodi, glosista y secretario de la orquesta de Alfredo de Angelis. A punto de hacer el brindis, Julio se pide un coñac. Al acercarse el mozo con una botella de Martell, Rodi, que estaba a su lado, le anuncia al cantor: “Así te vas a llamar desde ahora: Julio Martel”
Este dúo conforma el sonido más representativo del tango vocal de Alfredo de Angelis. La voz de Dante es suave, dulce, melódica. Desde siempre sus cantos fueron a media voz. Un cantor que habla el tango, lo cuenta, no lo grita. Martel, en cambio, fue un barítono. Su voz es varonil, galantesca y grave, aunque con cierta delicadeza en su fraseo.
Las dos voces se encuentran, se conversan, se complementan y nos devuelven a la época de oro del tango.